Crecimiento Sin Límites 2021-03-03T15:48:28-03:00

Cuando toda una congregación se compromete con la extensión del evangelio a través de la visión, inmediatamente se activa la potencialidad de todos sus miembros. TODOS TIENEN UNA OPORTUNIDAD DE SERVIR AL SEÑOR. Todos pueden desarrollarse.

El liderazgo siente la necesidad de crecer para evitar convertirse en un obstáculo a todo los que vienen por detrás. El liderazgo creciente tiene tanta fuerza y vitalidad que continuamente debe caminar y se le hace imposible detenerse.

Hay una gran distinción entre iglesia celular e iglesia con células. En la iglesia con células estas son un ministerio más dentro de las diferentes actividades. Una iglesia celular es cuando la iglesia se trasforma en una gran célula.

Es la era del liderazgo…
Generalmente los pastores trabajamos solos y al poco tiempo introduce líderes y forma un equipo pero… la cantidad de necesidades exceden a la cantidad de líderes.

En la concepción celular, los líderes que surgen se convierten en una especie de pastores naturales que nos ayudan a pastorear a las personas como hermanos mayores.

Ejemplo hemos tenido y tenemos de líderes que ministran en Encuentros los diferentes temas (liberación, bautismo en el Espíritu Santo, etc.)

Es a través de la visión celular que podemos desarrollar líderes con corazón de pastor, que crecen y viven en medio de las ovejas. Dios llamó a David de en medio de las ovejas. Es aquí donde Dios los hace propicios para capacitarlos y confiarles lo que El más ama, «las almas».

Dios está buscando hombres luego abrirá el mar rojo. Primero es el «hombre», el llamado, el escogido. Pero lo segundo más importante es «el equipo». Y si ese hombre no es capaz de formar un equipo, nunca verá crecer la obra de Dios a su lado.

«Mente de reino…»
Cuando la congregación comienza a crecer se va tornando más difícil satisfacer la necesidad de todos los miembros. Se nos forma un problema y no sabemos ni podemos ayudar a todos.

En la visión celular es necesario comprender que nosotros los pastores tenemos que comprender que tenemos dos grandes responsabilidades:

1. «Poseer una visión clara». Ninguna congregación será más grande que la visión que el pastor tanga.

2. «Formar su equipo». El es que tiene que identificar a su equipo. De este modo se enseña el modelo de formación y crecimiento.

La iglesia no crece por aumentar en cantidad de miembros, sino por incrementar la cantidad de líderes (es muy distinto hablarle a una congregación de 100 miembros que a un grupo de 100 líderes) Detrás de cada líder existen personas afectadas por la visión.

Siempre que haya líderes con esta visión, habrá un crecimiento sólido. No se dependerá de una sola persona, el pastor tendrá «mayor tiempo» para dedicarse a su tarea, y llevará adelante la visión.

Es muy importante que todos sepan a quienes se deben y cuáles son sus tareas. Entre los miembros se genera una relación muy fuerte, alimentada por los lazos de la comunión y por las metas en común. Se respira ESPERANZA y es despertada la capacidad de soñar… este es el lenguaje del Espíritu que hace conquistar «los imposibles». Cada cristiano entiende que Dios lo ha llamado para GRANDES COSAS y que la obra en El no tiene límites. En Dios los soñadores, bien formados, sujetos y con carácter de Cristo, no encuentran obstáculos que los detenga.

Un equipo para alcanzar los sueños…
El Señor quiere darnos un sueño pero si no logramos tener un equipo, el sueño nunca podrá materializarse. La Biblia no nos da detalles de cuántos sanó pero sí de los que preparó.

El se abocó durante 3 años a formar a sus discípulos. Les dedicó tiempo, revelación, atención y corrección a su equipo de trabajo. Jesús sabía que la visión (el sueño de Dios) se concretaría si entrenaba a «su equipo».

¿Es posible que los líderes, al tener tantas células no causen división en la iglesia? Según nuestra experiencia es posible pero tenemos que volver al punto de reconocer los errores cometidos. Cuando los miembros del cuerpo de Cristo se pierden o se separan, es que algo ocurre, tal vez nunca formaron parte del cuerpo (si sacudimos fuertemente los dedos de nuestras manos y volvemos a contarlos encontraremos que todos están todos en su lugar, así también con los que son realmente miembros del cuerpo)

He aquí «el principio de Coyuntura»: es decir, «los miembros deben estar unidos y comprometidos los unos a los otros, sujetos por un pacto»

Estar unido a mi hermano en Cristo es tomarlo de sus manos y hacerle saber… «tus pruebas, cada lucha y tus alegrías se transformaron en las mías…»

Un «PACTO» (nótese que está entre paréntesis) es un compromiso más allá de lo que pase. Es unir nuestra vida en compromiso al equipo y viceversa, porque hemos entendido que por causa de la visión, nuestra misión es: «Alcanzar a Chile para Cristo».

Entonces, nuestra unidad está por encima de nuestras individualidades y diferencias: cada uno tiene gustos diferentes, maneras de pensar distinto, pero JUNTOS podemos ver a nuestra nación rendida a los pies de Cristo.

«Cuando la iglesia hace un PACTO de amor y compromiso para trabajar juntos por una misma visión, más allá de toda diferencia y nuestras miserias…,

«a esa iglesia no hay demonio que pueda detenerla».

«El protagonismo le pertenece a la iglesia…»

Dios creó la tierra es 6 días, en el séptimo creó al hombre. Le dio autoridad para sojuzgad y señorear la tierra, y después descansó. Hasta que Dios no formó al hombre, no descansó. Mientras que los pastores no formemos al hombre, a nuestro equipo, no «descansará».

¡La obra de Dios podrá crecer y el hombre de Dios descansar, cuando comience a levantar otros hombres y delegue autoridad! (por eso hemos invitado a «delegados» a nuestras «Conferencia» o Convenciones, para que se sientan parte del equipo de su pastor).

Si no hay equipo pasará lo que en una plaza de toros donde 50 mil espectadores critican al pequeño torero que está delante de una bestia de 500 kilos. Todos hablan desde las tribunas no siendo ellos los protagonistas sino tan solo espectadores.

Roosevelt dijo:

«No es el crítico que cuenta, ni el hombre que dice cómo el hombre fuerte cae, o el que hace proezas que pudo haberlo hecho mejor. El crédito le pertenece al hombre que está en la arena, cuya cara está llena de polvo, sudor y sangre, el que valientemente se esfuerza…

el que se invierte a sí mismo en una causa que valga la pena».

En la iglesia tradicional la mayoría son espectadores, no protagonistas. Se opina desde afuera, sólo un grupo reducido se compromete.

Si nos atrevemos a trabajar y desarrollar una iglesia de protagonistas y no de espectadores, su pueblo, su comuna, nuestra nación será transformada.